Apocalipsis 21:1-7; Isaías 65:17-19
Vivimos en un mundo de maldad, de opresión, de guerras, de violencia y crímenes por todas partes. Muchas personas han llegado al punto de la desesperanza, porque no saben como afrontar estos tiempos tan difíciles. Lloran, se lamentan, el dolor está por todas partes y la angustia se apodera de quienes sufren día a día por lo que pasa en sus vidas.
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar.
Apocalipsis 21:1
Mentes perversas trabajan todos los días para traer destrucción. Criminales se alistan para realizar sus fechorías. Vendedores de drogas envenenan a nuestros jóvenes y los destruyen. Políticos corruptos engañan a quienes los siguen. Personas sin escrúpulos roban a otros su patrimonio. Muchas cosas suceden todos los días en este mundo de aflicción.
¡Pero esto no puede terminar así!
Una de las promesas más gloriosas en la Biblia, es que este tipo de situaciones no van a ser por siempre. Mientras las personas, que son esclavas del pecado y de motivos egoístas, sigan teniendo poder y riquezas, este mundo seguirá siendo un valle de lágrimas. Sin embargo, la Biblia promete que el día de la liberación está por venir. Este es el día en que Jesús regresará y establecerá un nuevo reino. ¡Y nunca más habrá dolor sobre esta tierra!
Alégrense más bien, y regocíjense por siempre, por lo que estoy a punto de crear.
Isaías 65:18
Cuando este día llegue, también vendrá el día del eterno verano – donde los niños despertarán para disfrutar su infancia, y las mujeres no serán más golpeadas por sus parejas violentas. Y no habrá más injusticias sobre esta tierra, ni asesinatos, ni suicidios, ni crímenes violentos, ni esa locura desenfrenada que parece consumir a este mundo. En lugar de eso, habrá un reino de paz y de amor gobernado por Jesús, el Príncipe de Paz, y en el que estaremos todos los que abrimos nuestro corazón para recibirlo.
Estamos del lado victorioso
Podremos pasar por momentos de angustia, habrá sin duda estos días de dolor, de llanto, de luto, e incluso tendremos que presenciar la partida de seres queridos y situaciones de aflicción, pero al final como en las buenas películas, estaremos del lado victorioso y celebraremos porque ya no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor porque las primeras cosas pasaron.
Así que alégrate: Esto no puede terminar así.
Para el creyente la esperanza está firme. Nos encaminamos a un futuro lleno de gloria.
¡Dios nos acompaña en el trayecto!
¡Bendiciones! Pastor Harold Caicedo